sábado, 19 de abril de 2008

Esto pudo haber sido el prólogo

ESTO PUDO HABER SIDO EL PRÓLOGO


Los poemas que yo fui desechando de mi libro El Soñado desquite, luego de un tiempo de grandes faenas y penurias existenciales, se convirtieron en “Pasar de Sombra”. De El soñado desquite salieron tres libros, uno de los cuales se perdió en la editorial Alfa & Omega que, por recomendación del poeta Antonio Fernández Spencer, iba a ser publicado bajo un título que no es el mejor: Sobre la luz) o yo lo perdí cuando Alfa & Omega me entregó las galeras que —acaso— nunca retorné porque, para mí, esos poemas ameritaban un poco más de revisión y de maduración. Para una buena parte de los poetas de mi generación “Pasar de Sombra” es un libro muy superior a “El soñado Desquite”. Yo no me atrevería a dar una afirmación tan categórica: me limito, no por obra de la modestia, a reconocer que Pasar de Sombra contiene poemas que difieren en calidad, en recursos estilísticos o técnicos y en momentos de ciertos hallazgos, mientras que El Soñado Desquite es un libro que difiere muy fácilmente de cualquier acomodamiento fácil, que nuestra mente, acostumbrada siempre a “ubicar” las cosas en el sitio equivocado, le pudiera otorgar.
La palabra “diferente” es un término muy significativo para nuestra poesía, ya que no es exactamente el término por excelencia de por lo menos un alto porcentaje de los demiurgos de nuestra esfera, quienes se apoyan con todo el cuerpo en lo estándar. No voy a referirme —como se acostumbra— a la subcategoría del gusto: prefiero hacer referencia, por conocimiento o por conciencia, de tal o cual poema, independientemente de si me gusta o no, pues una buena tajada de frivolidad y de falta de conocimiento de la poesía, se oculta en términos muy dudosos: quienes hablan de “gusto” pretenden anular o restar calidad a la obra ajena para limitarse a una parte de un poema o a un poema que por algún tipo de sentimentalismo le ha gustado. Y guiado así por las opiniones de quienes ni siquiera leen los libros de los poetas dominicanos contemporáneos, puedo afirmar que la poesía dominicana actual y la no muy actual es desconocida para un buen grupo de “entendidos” y cuando no, esta poesía suele no ser comprendida en lo absoluto, aún por esos “entendidos”. Nuestros críticos olvidaron el arte del análisis objetivo de la poesía para convertirse en repetidores de fórmulas periodísticas o sociológicas. Nuestra crítica literaria no puede fundar nada sino a partir del análisis.

Pasar de Sombra, ya no es el mismo libro que se publicó en Santo Domingo en 1989. Ni yo soy aquel muchacho que lo escribió. Este libro, hasta ahora, ha soportado el tiempo y las pruebas del tiempo. Mi poesía es impura por voluntad propia y está influida por todos los sacudimientos de la realidad, lo cual no implica que se la pueda tildar de poesía realista: hay un desdoblamiento de la realidad que le es favorable y este desdoblamiento lo es también del lenguaje, pues sin lenguaje no puede haber poesía, ya que la poesía es reconocible mediante su lenguaje. Cualquiera que sea este lenguaje y cualquiera que sea su forma, la poesía nace en el hombre con el hombre y nace también en los animales con los animales y en las plantas, con las plantas, etc. El lenguaje de la poesía es un lenguaje libre, capaz de contenerlo todo.
La mayoría de los poemas que integran este libro, fueron rescritos con cierta obsesión. Sin embargo, una buena parte del libro se conserva igual.
Espero no defraudar a nadie que lea los poemas de Pasar de Sombra: por lo pronto, he cumplido con no defraudarme a mí mismo por completo, y lo digo, porque si algo me prohíbo es el autoengaño: me prohíbo a ser conformista con cualquier poema que yo sienta que puedo mejorar. Siempre estuve al margen de creerme los elogios que cualquiera pudiera propinar a mis poemas, no porque no merecieran tal privilegio, sino porque el envanecimiento suele embotar, desviar, distorsionar el espíritu del artista. Cuando leo a los grandes poetas universales, trato de buscar en ellos el punto de culminación; cuando leo mis poemas, los leo sin ninguna pretensión, por eso, soy el primero en sorprenderme cuando un buen verso me deja un temblor psicológico en todo el cuerpo: sin proponérmelo, alcanzo el punto de culminación cuando me acuerdo de que mi meta nunca fue la de escribir poemas, sino la de vivirlos sin ningún sentido práctico, sin dejarme arrastrar por ninguno de los vientos de la vanidad o de la percepción. Lo que percibo de mi lectura o de la vida, lo dejo escapar al instante, con una espontaneidad silenciosa: de ese modo estoy libre de contaminarme de algún pensamiento engañoso: es muy fácil caer en las garras de la frivolidad y convertirse uno en un objeto más de nuestra sociedad. El poeta auténtico debe guardarse de los aplausos y de los elogios que solamente sirven para destruirlo. Los fabricantes de puentes y los fabricantes de perfumes, tienen en común la facilidad de trasladar al poeta hacia una muchedumbre ficticia que se lo va tragando, y lo hace con el objeto de absorberlo, utilizarlo y finalmente convertirlo en una masa de concreto, en una estatua que servirá luego de cagadero de pájaros.

Hay algunos defectos en los poemas de este libro y los voy a mencionar aquí: el principal defecto radica en que no son poemas al estilo de las campanas de los conventos de los pueblos sin pavimentar. Otro defecto sería la de que a menudo el lector se encontrará en una encrucijada producida por el azoramiento de algunos términos, por ejemplo, la palabra árbol está repetida y su más mínima repetición —me han dicho personas muy autorizadas—contamina el agua de los ríos. Otro gravísimo defecto es el abuso de los contrastes entre cosas que, en vez de buscar armonía, buscan un diptongo para descuartizar a una estatua de Alejandro Magno. Como los defectos del libro llegan a 579, voy a mencionar que, pese a todos los defectos que hay en el libro, hay un poema que fue mordido por la pata de una mesa y ya no es un poema, pues le falta un pedazo de su vida. Yo he tratado de salvarlo, pero no es fácil salvar a un poema que en el pasado no supiera defenderse de un mordisco tan cabal. Lo he dejado en el libro con el solo propósito de que se lo coman los anfitriones de la “nueva” crítica, aunque estoy muy seguro que a los críticos le dará mucho trabajo reconocer la mordida.

El defecto del uso y abuso de la coma y de otras infestaciones de la gramática:

Los poemas de este libro rara vez acuden a una coma, aunque indiscutiblemente están infestados por los flujos y reflujos de la gramática espontánea, lo cual ha motivado a ciertos eruditos de nuestro ambiente literario a dudar de la superstición de ciertas mezclas y de ciertos tonos que dan a sus alófonos un guante para que no se ensucie los dedos de política ni de barro sentimentalista. Como prevención, he tomado dos medidas absolutamente opuestas e infuncionales: primero he colocado a Can Cerbero en la puerta de la subversión de algunas metáforas empeñadas en desquiciar los grados de comprensión de la lectura, con el fin de que le cueste trabajo encontrar la clave que lo conduciría al fondo de un almanaque lleno de agua, que no es otra cosa que el meollo de la cosa en curso. El agua no es compatible con los caprichos del lector debido a la poca transparencia con que el lector examina las cosas “innobles” de una “pseudo-escritura” de la acción-reflexión, la reflexión combinada con ciertos toques libertarios difíciles de domesticar, al mismo tiempo, el lector, al entrar en contacto con alguna posible suficiencia poética, dudará, maldecirá, subirá por la infinita escalera de una coma olvidada con alguna intención antipoética al vórtice del poema náufrago, y se escapará ayudado por el humo de su esfuerzo, tragando los vidrios de una saliva seca y agria como un arenque. De algún modo, el lector notará, sin prejuicio, que las dificultades que él supuso gramaticales, competen permanentemente a la poesía.
Segundo, debajo de cada palabra de cada poema he colocado una rueda de tractor que ayudará al lector a deshacerse de los tropiezos cotidianos de una aventura sin final, pues algo que el lector notará de las imágenes menos ordinarias (que posiblemente las haya en estos poemas) es que, todo lo concerniente a la gramática, (su acción mecánica) es tan frontal como el poema en sí.

Omisiones y pesadillas o la avaricia del defecto:

Los poemas que pierden de vista su relación con las piedras, el aire, el cielo, los metales o cualquier elemento de la vida cotidiana, no están en este libro, pues, he seguido el consejo que yo mismo me doy: no entrar en conflicto con lo cotidiano ya que de lo cotidiano depende la fluidez de las expresiones poéticas más auténticas y radicales. Esto no lo digo por presunción, lo digo por lo que hay en ello de evidente, desde Homero hasta hoy. No hay sino avaricia en el defecto: nadie puede evitar tener defectos, por ejemplo, el defecto de las influencias no es en sí un defecto, sino una virtud, ya que gracias a las influencias, el poeta avanza con pie firme por un terreno seguro.
La influencia, cualquiera que sea su dimensión, su densidad, su intensidad, su luminosidad, etc., deberá filtrarse como la leche o el agua o tarde o temprano el poeta estará padeciendo de alguna gravedad vertiginosa o gradual.

De inmediato voy a mencionar las cosas que defiendo de este libro: defiendo las pausas cortas y las largas porque dan a su lectura una flexibilidad mayor a los injertos de alambres eléctricos de los barrios de mi país natal. Gracias a que se dan esas pausas con una frecuencia bochornosa, el lector tiene tiempo de ducharse, jugar una partida de ajedrez, ver su programa de televisión favorito y regresar a la lectura sin perder de vista el significado de algún elemento perturbador. Lo más perturbador de mi poesía, según dicen, es la subordinación de la sintaxis. Pero yo defiendo esto diciendo que no hay tal subordinación, pues lo que busco es precisamente que no haya humillación entre las partes en juego y sólo puede haber humillación donde hay subordinación, por más simple e insignificante que sea. Por otro lado hay quienes dicen que el defecto realmente radica en esa búsqueda, pues en ella encuentran demasiado empeño y tal empeño exagerado conlleva a que los elementos en juego sufran las consecuencias. Siempre hay y habrán consecuencias poéticas en los poemas, de lo contrario no serían poemas sino consecuencias funestas.
El otro día un buen amigo —también poeta— me criticaba el uso del adjetivo: hay que dar al adjetivo un espacio que sea verdadero, para que algo pueda ser verdadero tendrá que ser noble. Para que pueda ser noble tendrá que pasar la humillación de toda su vida en el cadalso. Para que pueda sufrir la humillación de toda su vida en el cadalso, tendrá que volver a nacer de su propio despojo. Para que pueda volver a nacer de su despojo (voluntario o involuntario), antes tendrá que pasar “la prueba del sapo anarquista”, la cual consiste en desarrollar un anarquismo de por lo menos veinte pies de altura como el que se esconde detrás del verdadero adjetivo, que no es otro que el adjetivo adecuado, pues hay que saber que el adjetivo se hace rasurar la mejilla izquierda para que alguien, más tarde, le haga saber que la mejilla derecha está cubierta de una hierba mala que provocará que toda la tierra se vuelva estéril.

Hay quienes aconsejan —a mí me lo aconsejaron una o dos veces— que el poema debería escribirse sin adjetivos, del mismo modo que se suprime la sal en los preparativos del arroz o de otros alimentos.

No pude defenderme de una teoría tan especial como aquella del adjetivo sublevado a su máxima potencia, pero dije unas palabras muy necias que terminaron en puñetazos. Luego vinieron las teorías más tontas e insensatas que cualquiera pudiera tener de “el método de escritura “perfecta” que así se llama el método que yo estudié para escribir mis poemas del primer período, al cual pertenece este libro imperfecto. Para escribir poemas perfectos hay primero que hacer gárgara de vidrio molido, luego tragarse el vómito de una vaca enferma de paludismo, luego pedir prestado un diccionario especializado en mentiras. Y si sobra tiempo para el talento, hacérselo ver a los hipócritas que siempre dicen una misma frase en torno a todo.

Como el lector común, que también es un crítico muy sabio, podrá darse cuenta de otras faltas que no he mencionado aún, voy a mencionarlas ahora: los poemas de este libro suelen ir muy de prisa, por eso el lector tiene que leerlos en pijama o se morirá por falta de coordinación con las exigencias de las metáforas: no siempre una metáfora está dispuesta a soportar a un lector indisciplinado y, para colmo, exigente. El lector que más exige es el que menos da.

De la dificultad de la lectura:

Estos poemas presentan al lector más de veinte dificultades, pero no voy a persuadirlo de que tire el libro antes de abrirlo, pues si lo tira sin haberlo leído estará traicionando su condición de lector serio: una de esas veinte dificultades es la dificultad de “la metáfora relámpago” (la cual también denomino como la “metáfora de la aguja y del hilo”, pero ya tengo un ensayo sobre eso, incluso con ese mismo título, así que no voy a profundizar en ello ahora) y la dificultad de darle alcance al verdadero sentido de la imagen. Como sabrá el lector hay mañas que se cumplen gracias a la ingenuidad de los demás y gracias también a la inocencia de los términos. Este libro contiene términos muy inocentes, pero luminosos a su modo. Contiene pasos que avanzan por sí solos dejando el cuerpo atrás. De ahí viene que el libro se titule Pasar de Sombra: la sombra de la que habla el libro es un personaje (sin excusa) extraño.

Defiendo una de las metáforas del libro diciendo de ella que es una metáfora muy débil porque el lector puede hacerla pedazos con sus propios ojos.

Los poetas hablan de la libertad pero no la entienden. Lo más fácil, lo más común, es volverse demasiado común. Hay que evitar que nuestra posible libertad caiga en descrédito. Y una de las veinte mil maneras de evitarlo es no permitiendo ser absorbido por las leyes de una sociedad hipócrita y malsana. Fíjese el lector que las fieras domesticadas no son sino artefactos, objetos más que seres. El poeta domesticado es como una fiera adaptada a lo que el otro (la ley, el sistema, el burgués, el representante del burgués, la querida del burgués, el mayordomo de los banqueros y de los políticos) quiera hacer de él.

En definitiva, lo que defiendo, con estos poemas, es una libertad desconocida entre nosotros, los humanos.


José Alejandro Peña
14 de abril de 2008
West Virginia, Estados Unidos.


Copyright © 2008 José Alejandro Peña

viernes, 4 de abril de 2008

Pasar de Sombra


José Alejandro Peña
PASAR DE SOMBRA
(1989)

Precio $10.95

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Poemas de
"PASAR DE SOMBRA"


POR UNA ANGUSTIA BREVE


Por una breve angustia de ola o de violín
se pierde la ciudad bajo los sueños
y se pierden los sueños bajo la
tierra muerta.
¿Qué sino el viento esparce el frío de las piedras
y la sed del Viajero?
¿Qué desnudez revestirá mi cuerpo?
Hay un temblor quemado entre las ramas
tiernas
cortando en dos el cuerpo de un caballo
débil
fluvial como las matemáticas;
sonoro
y desatento.


ALGO DEL MUNDO PIERDE OLFATO


Dejo en cada ventana mi último recuerdo.
Y el último pájaro al volar se adueña
de mi tormento vago.

También la nube se dedica a trabajos
forzados
y en mi casa hay demasiados huéspedes
solícitos ausentes verticales
que apuñalan borrachos soles abisales
con plumas y alelíes
y luego que la nada está marchita
y yo me he ido de mí
igualitariamente solo
algo del mundo pierde olfato
y algún otro zapato su balance.



EL LADO OPUESTO


Estoy donde tú estás
pero en el lado opuesto
cerca donde
no hay origen
ni luna
ni adjetivos
ni colores
ni fiestas
ni alhelíes.
El mundo aquí
es una lengua roja
mordida
por los hipocampos
que desentonan
el lago y los lamentos.
Yo estoy donde tú estás
pero del otro lado
buscándote.


ROTACION PARANOICA DE LOS SOMBREROS DE MARX


...................................................................................................A Frank Martínez

Entretejen sombras
los caminos y el mar
y las ventanas
y hay miradas que son túneles
o anillos
soles desvencijados contra el muro disuelto
de la noche.

Los perros cubren el aliento de los niños
con una roja y sucia pelambre de agonía,
y aúllan silenciosos pedazos de sol
en la mañana huérfana de horas.

¿Dónde están los amigos que juntaron
cenizas de otro cielo entre mis párpados
y golpeando los muros y la brisa bajo la
negra alfombra de mi desgarramiento
dieron paso a la luz que se ha cerrado
en mí como una vena de bronce balbuciente?

La sombra se acumula giratoria
envuelve y se disipa conjugando
los rostros en la arena.

Yo os traje la luz liviana como el oro
y me echaron de casa a puros golpes.



EXCAVACIÓN


Un amplio grito sumerge el hondo silencio de las piedras.
El sol borra mi cuerpo en la pendiente.
Salto sobre mí desde el rincón oscuro de mi cuarto
donde se ahoga a la esperanza con pieles de doncellas.

Los colores se arrugan como espejos.
Algo me desgarra para que yo me hunda en mí a toda prisa.
pero yo me emociono ante cada nuevo acontecer de mi vida
como si vida fuera la parte innecesaria del poema.
La lluvia apagó el sol.
Hay bultos que impresionan por su afición a las tinieblas.
Los eruditos afectados de hipo
con un aire filoso de mandarín
pasan como fantasmas por los parques llenos de moscas
cubriendo sus narices con dos dedos del grueso de un caballo
o meneando sus culos como si estuvieran llenos de avispas.
Son como los dioses griegos: adolecen de cuidado.
Sus novias son agrias como un jamón
pero tienen algo dulce allí escondido
allí escondido
algo misterioso que produce una sensación de excavación y de locura.
Me pongo a mirar las faldas coloridas
que ondean hondamente en mi cabeza.
Doy color y movimiento a cada luz
a cada objeto.

El eco de mis pasos profundiza en los otros.



PULE TUS AIRES LLAMARADA


¿Qué cosa son los árboles sin trino?
Cabezas que se tienden sobre sus narices
como los acordeones y la causa inicial
de todas las causas inconclusas.

Se inclina el mediodía con su coraza
correlativamente blanda
y se vuelve aire toda firmeza alucinante
y hasta los cabellos blancos tienen grietas
en la planta del pie.

Llueve sobre la matita de fuego
de los pañuelos eficaces
y yo sin saber nada me retiro tan sólo
a pensar lejos...

Y es real de tan inversa esta osadía
y es irreal de tan real esta inversión
de la cosa encontrada y ya perdida...

Imagino otra vez la parte que se aparta
y no se parte sino con gritos y pelusas
de hielo de las frentes
porque el sol hace nuevo lo viejo cuando sopla
en una herida ambigua como el mármol.

Cuando no tengo una voz o un eco
para nombrar el silencio
se ahuecan los guijarros con sollozos
se insertan los sollozos en el yodo
se arremolina el yo del cielo entre las hojas
se me parten los ojos como brasas
se me nublan los dardos del hastío
se me rompen los sesos con babosas
se me borran del pecho los latidos de antes
los latidos de ahora se esconden entre los barcos
que zarparán mañana
y por eso la luz del sol se ha evaporado
y por eso me dices que a los párpados
hay que arrancarlos cuando están maduros.

El cielo es una gota de sangre en la calzada.

Te digo sin decirlo así como volando:
pesan lo mismo un ancla y el vacío
el labio es bruma para el ojo
mi palabra reclama todo el cielo.

La luz más aguzada esconde un grito.

Oye y pondera la quietud desesperada
y luego a la deriva de los montes
pule tus aires llamarada.



MANIOBRA


....................................................A Manuel García Cartagena


No basta un día sin sol para mi muerte
ni atardeceres de lluvia en el corazón-ascua
del Dormido.

En las horas precarias de dolor y de miedo
avanzo hacia mis huellas remotas
borro el pie para seguir descalzo.

No hago más que pensar cómo decir
cómo hacer ver que lo que digo es nuevo

nuevo desde hace dos siglos y una noche
nuevo desde la brisa megalómana
que araña los rincones vacíos.

Un grito dura en la ranura de su desventura
igual el hombre.

Sueño mi verdadero sueño en el reloj:
detengo todo.



© José Alejandro Peña
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El Soñado Desquite


José Alejandro Peña
"El Soñado Desquite"
Premio Nacional de Poesía de 1986

Precio $10.95

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José Alejandro Peña
Poemas de "El Soñado Desquite"


FÁBULA DEL HOMBRE Y LA PIEDRA

Para mi hermana Melania


¿En qué otro pecho henchido dejar caer mis latidos como el aire sus pétalos?
¿En qué otro cielo colocar el cielo que de mi pecho cae despedazado? ¿Qué otra voz tiznada de mi voz me ha conducido por el camino en sombra de mi desesperación? ¿Qué otra máscara me ha dado el verdadero rostro de mi máscara?

¿De qué color es el mundo que se mira una vez?

El mundo está al revés con su pijama de piedra cantando una canción de piedra para el despertar de las piedras cuyas conciencias de piedra petrifican la luz que las nutre de un calor sagrado como de piedra que aprende de la piedra a soportar la vida como si la vida cobrase la forma de la piedra y compartiera con la piedra los secretos profundos de la piedra que se echa en el hombro de la piedra para llorar lágrimas de piedra y piedra a piedra se deshace en la sombra de la piedra la piedra que fue piedra antes de la existencia de la piedra…

…y fue así que el hombre con su cuerpo blando se convirtió en bálago de orfebre y sus palabras en un montón de pajas y de piedras.



FÁBULA CON FONDO BLANCO


Para mi hermana Teresa


Todos los colores son blancos con excepción del blanco que no es blanco sino sólo por dentro como la cáscara de un limón. Si sueñas tu sueño es un sueño blanco donde todos los colores intercambian sus formas. De ese modo se protegen de las falsas opiniones que también son blancas o tienen un fondo blanco que las hace palidecer hasta que sus ojos se tornan tan blancos como el sol.

Hay que pulir con limas de cristal el blanco blanco de las piedras.

Hay que subir al cielo con una escalera de barco y bajar luego sin pisar los peldaños.

Cuando subes la luz sube contigo y cuando bajas ya no necesitas de la luz porque todo se ilumina ante tu presencia.

Si digo que el dolor es blanco es porque me duelen demasiado los huesos y ya no puedo más. No puedo.

Por dentro de mí el mundo es blanco y negro. Más negro que lo negro. Más blanco que lo blanco. Disparejo.



© José Alejandro Peña
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Sobre el autor

“José Alejandro Peña nació el 9 de julio de 1964 en Santo Domingo, República Dominicana. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía en 1986 con su libro El Soñado Desquite. Este libro despertó rápida curiosidad en los intelectuales de su país y desde entonces ha sido un libro emblemático entre los poetas más jóvenes. Pese a eso, ha sido el poeta más censurado de todos los tiempos por los pequeños clanes y grupos de poder del Estado en su país natal.
Su libro “Pasar de Sombra” (1989) es el que los poetas de su generación (la llamada Generación 80), han considerado su principal libro de poesía y esto con gran recelo. Sin embargo, cada uno de sus libros agrupa una cantidad de poemas que lo hacen, individualmente libros muy sobresalientes. Muy pocos poetas en su país han mostrado una consistencia tan admirable en la limpieza, imaginación y profundidad de sus obras como lo ha hecho hasta ahora José Alejandro Peña.
El Soñado Desquite (1986), es una de las piezas claves de la poesía contemporánea hispanoamericana. Queda evidenciado este juicio en cada uno de los poemas que componen este libro ameno y singular.

Entre sus otros libros publicados se destacan: Estoy Frente a ti, Niña Terrible (1994); Blasfemias de la Flauta (1999), Mañana, el paraíso (2002), El Fantasma de Broadway Street y otros poemas (2003), La vigilia de todas las islas (2004) y Suicidio en el país de las magnolias (2008)."

Jade Marina Kostenbader


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Suicidio en el país de las magnolias



José Alejandro Peña
SUICIDIO EN EL PAIS DE LAS MAGNOLIAS

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José Alejandro Peña
Poemas del libro "Suicidio en el país de las magnolias"


CON HAMLET EN EL BULEVAR DE SODOMA


El hijo por la madre tiene un hacha para cortar al padre en dos.
El hombre por su amada tiene un nervio torcido.
La hija está sentada en el umbral de su fuga.
Dentro de los viejos estuches de su madre
caracoles de plomo iguanas hermafroditas y sedientas
un ojo de ceniza del que provienen algunos de los seres que conozco…
Ella saca del fondo de su corazón un pequeño relámpago de plomo un cíngulo con marcas de dientes de plomo un cuchillo de plomo para el marido que llegará más tarde porque lo ha demorado sin duda este poema…
El hijo sale en busca de su padre muerto por toda la ciudad y cuando al fin en el bosque se distancia de sí y de los otros dice a un trozo de árbol: “me has matado amigo amigo…”
Entonces la madre convertida en faisán
oculta entre sus plumas sombras y pasos de sonámbulos
y alguna incertidumbre ya madura.
La hija en el ascensor del cielo abre un estuche que parece un reloj cuyos ribetes de plomo marcan el fin del mundo.
Allí guarda los residuos de la luz del día anterior también de plomo.

El poema me ha demorado la vida con símbolos de plomo y de agua.

El hombre dice sí a la mujer que pasa.
La mujer dice sí con las piernas abiertas
a todo lo que asoma por la grieta del piso.



EL OJO


El ojo suspendido en el aire de los calabozos como playa o cristal o como grieta surgiendo siempre de las profundidades y volviendo a ser lo mismo que fueron mis camisas de óxido y calambre: nube de combinación para mis placeres de altura…
Oh —te digo— el mundo pierde sus colores cuando dices que el mundo pierde sus colores porque a veces el mundo pierde sus colores para que haya en el mundo un mundo sin colores que se parezca al cielo y a ti que sueñas con colores iguales a todos los colores que solamente para ti yo invento.
Entonces el ojo es más que sombra y cielo y piedra: una pregunta que no tiene respuesta.
Es el ojo que te dice que todas las profecías perecerán
lo mismo que los días del hombre y que el desaliento
y los presentimientos no son sino modorra.
Solamente los muertos de mirada intercesora
conocen la verdad de todas las cosas.
Y he aquí el ojo que se mira en el mirar de todos
el ojo con sus cuerdas vocales reventadas
el ojo meteórico ondulante
eclíptica madrépora sin luna para el sonido cóncavo
y así traumática calígine consagra
hermético clamor
mísera simultánea luz tiránica.
El ojo donde se cumplen las profecías y se disipa el puentecito de la cosa inventada. El ojo lleno de mariposas de semen.
El ojo que te dice que hay que volver a ser niño
el ojo que ya no puede deshacerse de sus ruinas.

El ojo es una herida que no se cerrará
un puente que no se cruzará
un abismo que no puede ser medido.


HOMENAJE A MARCEL DUCHAMP


Hay cientos de mujeres por todas partes a todas horas inconclusas: cierran o abren las piernas con delicado fervor.
Viven en el mismo país que las ánimas y se comen los dientes dinamitados de los hombres que se amarran al hígado una vaca partida por la mitad.

Al día siguiente la mujer del zócalo se despide del superintendente de una pajarera del trópico.

En ese momento llegan dos niñas cojas cargando un ataúd. Se miran y salen volando por una hendija del cielo.

Las otras mujeres echan al pozo la cabeza del dios-lince quien así en un sueño lo dictara a su cocinero de algas venenosas.
El hombre-objeto que ha escuchado el sermón de la diosa se ha ido reduciendo de tamaño
y ahora es un artefacto para el disimulo
un artefacto natural -desde luego.-

La mujer verde se ha comido los trozos
del hombre azul que pendía del techo
cabeza abajo sin sangre.

Todos hablaban de injurias y de refinamiento
menos la niña de los tomatones
la que tenía el sexo como una perita
que apretaba el corazón del demonio.

Antes no fue sino la mucama de un emperador de las orillas del río Ozama.

El ocioso camarero del hotel vino a contarle que el mundo se había terminado pero que todavía quedaban algunas hamburguesas sin colonizar que por favor abriera un poco las piernitas para evitar la congestión de los gases tóxicos.

Y así las matemáticas oníricas del viejo sermón se convirtieron luego en el mal de nuestro siglo.

...................................... << Más poemas de este mismo libro >>

© José Alejandro Peña
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Biografía Resumida:

José Alejandro Peña nació el 9 de julio de 1964 en Santo Domingo, República Dominica.
Obtuvo el Premio Nacional de Poesía en 1986 con su libro “El Soñado Desquite”. Este libro despertó curiosidad en los poetas e intelectuales de su generación y sigue siendo un libro emblemático entre los poetas más jóvenes. Pese a que algunos críticos se aferran fácilmente a la idea de que éste es el mejor de sus libros, no debe ignorarse la calidad e importancia de su primer libro publicado en 1984: “Iniciación Final”. Es con la publicación de su libro “Pasar de Sombra” (en 1989) que nuestro poeta alcanza mayor nivel de prestigio entre los intelectuales de su país. Sus libros posteriores muestran a un poeta, igualmente maduro, con una imaginación desbordante y mordaz.

Bajo el sello de su propia casa editora, ha publicado un volumen de sus Obras Poéticas, en el cual reúne ocho de sus libros publicados entre 1984 al 2004: Iniciación Final, El Soñado Desquiete, Pasar de Sombra, Estoy Frente a ti, Niña Terrible, Blasfemias de la Flauta, Mañana, el paraíso, El fantasma de Broadway Street y otros poemas, y La vigilia de todas las islas.